La historia se ha hecho tristemente conocida en los últimos años: un país sobrendeudado, una moneda que se hunde, riesgo de contagio y, finalmente, un costoso rescate financiero mundial. Sin embargo, no será tan ‘sencillo’ en el caso de Turquía, fundamentalmente porque su problema no es la deuda soberana, sino la empresarial, lo que complicaría cualquier asistencia internacional ya de por sí difícil por las tensiones diplomáticas.
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